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LOS SOFISTAS

 
El movimiento sofístico aparece en Grecia en el siglo V. Los sofistas tienen cierta afinidad con Anaxágoras, en el momento en que la filosofía va a empezar a influir en la vida ateniense. Pero presentan esenciales diferencias. Se caracterizan externamente por unas cuantas notas: son profesores ambulantes, que van a la ciudad en ciudad, enseñando a los jóvenes; y enseñan por dinero, mediante una retribución, caso nuevo en Grecia y que sorprendió no poco. Tenían gran brillantez y éxito social; eran oradores y retóricos, y fundamentalmente pedagogos. Pretendían saber y enseñar todo, y desde luego, cualquier cosa y su contrario, la tesis y la antítesis. Tuvieron una gran influencia en la vida griega, y fueron personajes importantes; algunos, de gran inteligencia. Pero lo más grave, aquello por lo cual nos interesan aquí, son las interferencias que tienen la sofística con la filosofía.

INTRODUCCION

La palabra sofista se deriva de la misma voz sofía, sabiduría. Filóstrato dice de la sofística que habla acerca de las cosas de que lo hacen los que filosofan. Y Aristóteles dice: «La sofística es una sabiduría aparente, pero que no lo es, y el sofista, el que usa de la sabiduría aparente, pero que no lo es.» Es estas dos brevísimas citas se caracteriza el problemas de la sofística; habla de temas

filosóficos. Y parece una sabiduría, pero no lo es. El sofista parece filósofo, pero no lo es; es un hombre extrañísimo, dice Platón, cuyo ser consiste en no ser. Adviértase que esto no quiere decir que no es filósofo; esto también le pasa al carpintero; pero este no consiste en no ser filósofo, sino en ser carpintero, mientras que el ser sofista consiste en aparentar ser filósofo y no serlo. Hay dos problemas
  1. La filosofía que pueda haber en la sofística.
  2. El problema filosófico de la realidad del sofista.
La sofística plantea una vez más el problema del ser y el no ser, pero a propósito de sí misma y, por tanto, del hombre. La idea de lo que el hombre debe ser, de la aristocracia, se había transformado en Grecia. en lugar de ser ya el hombre bien constituido y dotado, buen guerrero, por ejemplo, es el sabio, el hombre que tiene noûs y sabe lo que hace y lo que se dice, el buen ciudadano. Cuando esto se generaliza en Grecia, como cada hombre tiene noûs y este es común. El resultado es una democracia. Este noûs y el hablar según él son lo que importa. Es, pues, la filosofía quien ha hecho posible esta situación y, por tanto, la misma sofística.

Se mueve la sofística en un ámbito de retórica. Se trata de decir las cosas de modo que convenzan, de decir bien. No importa la verdad, y por eso es una falsa filosofía. Frente a esto, Sócrates y Platón reclamarán el bien pensar, es decir, la verdad.

Además, es algo público, dirigido al ciudadano; tiene, pues, una clara tendencia política. Y, por último, es una paideía, una pedagogía, la primera que propiamente existe.

La dimensión positiva de la sofística y su justificación histórica consiste en que significa, frente a una filosofía hecha desde el ente y que abandona las cosas (eleatismo), la exigencia de filosofar desde las cosas y dar razón de ellas. Lo grave es que los sofistas proclamaron la inconsistencia de las cosas y abandonaron el punto de vista del ser y de la verdad, que habrían de recuperar (haciendo a la vez justicia a la exigencia sofística) Sócrates y Platón, los cuales tendrían que preguntarse por lo que las cosas son o, dicho con otras palabras, por la consistencia de las cosas.

Hubo muchos sofistas importantes. Varios de ellos nos son conocidos de un modo vivo y penetrante por los diálogos de Platón. Interesa de ellos menos el detalle de su actuación y sus ideas que la significación total del movimiento. Los de mayor importancia fueron Hipias, Pródico, Eutidemo y, sobre todo, Protágoras y Gorgias.

PROTÁGORAS

Protágoras de Abdera (en griego Πρωταγόρας, nació en Abdera (Antigua Grecia) en el año 485 a.C. - 411 a.C. ). Era de Abdera igual que Demócrito. Tuvo gran influencia en Atenas, en tiempo de Pericles. Se ocupó de la gramática y del

lenguaje, fue gran retórico y mostró cierto escepticismo respecto a la posibilidad del conocimiento, especialmente de los dioses. Pero su fama mayor procede de una frase suya, trasmitida por varios filósofos posteriores, que dice: «El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en tanto que no son». De esta frase se han dado numerosas interpretaciones, que van desde el relativismo al subjetivismo. No podemos entrar en este tema. Basta con indicar que Aristóteles advierte que habría que saber primero si se refiere al hombre como sujeto de ciencia o de sensación; es decir, si se refiere al punto de vista de la verdad o simplemente de la dóxa. Protágoras no habla del ón, sino de las cosas en cuanto se oponen a él (χρήματα), las cosas que se usan, los bienes muebles, y de ahí el sentido del dinero (crematística). Es, pues, el mundo de la dóxa, y por tanto la frase esta comprendida en el ámbito de las ideas de Parménides. La dóxa es «opinión de los mortales», «nombres que los hombres que ponen a las cosas», convención.

GORGIAS

Gorgias de Leontinos (en griego Γοργίας, nació en Leontinos (Sicilia) en el año 460 a.C. - 380 a.C.). Fue uno de los grandes oradores griegos. Escribió un libro titulado Del no ser, en el que aparece una vez más la clara dependencia del
eleatismo. mostraba las dificultades de su doctrina del ente, afirmando que no existe ningún ente, que si existiera no sería cognoscible para el hombre, y que si fuera cognoscible no sería comunicable. Se llega, pues, con los sofistas a una última disolución de la dialéctica del ser y el no ser de Parménides. La Filosofía viene a perderse en retórica y en renuncia de la verdad. Para replantear de un modo eficaz el problema metafísico será menester situarlo sobre nuevas bases. Es lo que va iniciar y exigir Sócrates y habrán de realizar Platón y Aristóteles, sobre todo
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