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EL NEOPLATONISMO

La metafísica, ausente en rigor de la filosofía griega desde Aristóteles, reaparece una vez más en el último gran sistema del mundo Helénico: el llamado neoplatonismo. Por última vez el gran problema metafísico se plante en términos griegos, aunque con ciertas influencias cristianas y de todo el ciclo de las religiones orientales que entran en el mundo grecorromano en los primeros siglos de nuestra era. Es un momento importantísimo, en el que se divide la filosofía con la única división realmente discontinua de su historia: por una parte, la filosofía antigua, y por otra la moderna, o lo que es lo mismo, la griega y la cristiana, los dos modos fundamentales de pensamiento auténticamente filosófico que hasta ahora han aparecido en el mundo.

PLOTINO

Plotino (en griego Πλωτίνος; nació en Lycopolis (antiguo Egipto) en el año 205 d.C. - 270 d.C en Minturno (Italia)). Fundó el neoplatonismo, en el siglo III d.C. Esta corriente agrego a Numenio de Apamea, Porfirio, Jámblico y Proclo. Intentó marchar a Oriente, a Persia y a la India, con el emperador Gordiano, y actuó luego, sobre todo, en Roma. Fue un hombre importantísimo en su tiempo, que atrajo la atención devota y fervorosa de muchos discípulos. Tuvo una vida de extraño ascentismo y misterioso, y declaraba haber tenido varios éxtasis. Su obra fue recopilada por su discípulo Porfirio en seis grupos de nueve libros cada uno, que se llamaron por eso Enéadas. Esta obra es de un profundo interés y encierra en una original filosofía, que influyó enormemente en el pensamiento cristiano posterior, durante toda la Edad Media, y especialmente en los primeros siglos, hasta que en XIII fue superada en influencia por los escritos de Aristóteles recién conocidos en Occidente.


El sistema plotiniano está regido por dos caracteres capitales: su panteísmo y su oposición al materialismo. El principio de su jerarquía ontológica es el Uno, que al mismo tiempo el ser, el bien y la Divinidad. Del Uno proceden, por emanación, todas la cosas. En primer lugar, el noûs, el mundo del espíritu, de las ideas. El noûs supone ya una vuelta sobre sí mismo, una reflexión, y, por tanto, ya una dualidad. En segundo lugar, el alma, reflejo del noûs; Plotino habla de un «alma del mundo», vivificadora y animadora de todo él, y de las almas particulares, que guardan una huella de su unidad como principios de ellas. Estas almas tienen una posición intermedia en el mundo, entre el noûs y los cuerpos que informan. Y el grado ínfimo del ser el la materia, que casi un no-ser, lo múltiple, lo indeterminado, lo que apenas es, sino solo en el último extremo de la emanación. El alma ha de libertarse de la materia, en la que tiene una serie de recaídas mediante las reencarnaciones que admite la teoría de la trasmigración. Hay la posibilidad (muy frecuente) del éxtasis, es decir, del estar fuera de sí, en que el alma se liberta enteramente de la materia y se une y funde con la Divinidad, con el Uno, y se convierte en el Uno mismo. Recogiendo una idea de Platón, Plotino da una gran importancia a la belleza; lo bello es la apariencia más visible de las ideas, y en ello se manifiesta el mundo suprasensible en forma sensible.

El neoplatonismo es panteísta. No hay en él una distinción entre dios y el mundo; este procede del Uno, pero no por creación (idea ajena al pensamiento griego), sino por emanación. Es decir, el mismo ser del Uno se difunde y manifiesta, se explicita en el mundo entero, desde el noûs hasta la materia. Plotino emplea metáforas de gran belleza y sentido para explicar esta emanación. Compara al Universo, por ejemplo, con un árbol, cuya raíz es única, y de la cual nacen el tronco, las ramas y hasta las hojas; o también, de un modo aún más agudo y profundo, a una luz, a un foco luminoso, que se esparce y difunde por el espacio, disminuyendo progresivamente, en lucha con la tiniebla, hasta que se extingue de un modo paulatino; el último resplandor, al apagarse ya entre la sombra, es la materia. Es siempre la misma luz, la del foco único; pero pasa de una serie de grados en que se va debilitando y atenuando, desde el ser plenario hasta la nada. Se ve en el parentesco que tiene la doctrina neoplatónica con algunos motivos cristianos (tal vez por la influencia del maestro Plotino, Amonio sacas); por eso ha ejercido tan gran influencia en los padres de la iglesia y en los pensadores medievales, sobre todo en los místicos. Un gran número de los escritos de estos son la inspiración neoplatónica, y ese panteísmo ha sido un grave riesgo que ha tenido que bordear constantemente la mística cristiana.

En rigor, Plotino es la primera mente griega que se atreve a pensar el mundo (sin duda bajo la presión de las doctrinas cristianas) propiamente como producido, y no simplemente «fabricado» u «ordenado». El mundo tiene un ser recibido, es producto de la Divinidad (el Uno); pero el pensamiento helénico no es capaz de enfrentarse con la nada; el mundo ha sido producido por el Uno, pero no de la nada, sino de sí mismo. El ser divino y el del mundo son, en última instancia, idénticos. De ahí el concepto de emanación, la forma completa del panteísmo neoplatónico, que es, en definitiva, el intento de pensar la creación sin la nada. Esta es la reacción característica de la mente griega ante la idea de creación, introducida por el pensamiento judeo-cristiano.

El hombre tiene una posición intermedia en el sistema de Plotino. Está situado entre los dioses y los animales y se inclina a unos o a otros (dice); tiene una referencia a lo superior, y puede elevarse hasta lo más alto. «El hombre (añade Plotino) es una hermosa criatura, todo lo bella que es posible, y en la trama del Universo tiene un destino mejor que todos los demás animales que hay sobre la tierra.»

LOS FILÓSOFOS NEOPLATÓNICOS

El neoplatonismo fue cultivado sin interrupción hasta el siglo VI, hasta el final del mundo antiguo. su Influencia penetró en el pensamiento de los Padres de la Iglesia y posteriormente de los escolásticos medievales. Cuando se habla de las fuentes platónicas de los primeros siglos de la Escolásticas, hay que entender que se trata primariamente de fuentes neoplatónicas, que constituyen un elemento excepcionalmente activo en toda la filosofía anterior.

Los más importantes entre los continuadores de Plotino fueron los siguientes:


  • Porfirio (en griego Πορφύριος, nació en Tiro (sur de Libano) 232 dC. - Roma 304 d.C.), su discípulo más próximo, que escribió los libros más influyentes de la escuela: condensó las doctrinas de Plotino en un breve tratado titulado Αφορμαί πρός του νοητά (Sentencia acerca de los inteligibles); además escribió su Isagoge o introducción a las categorias de Aristóteles, llamada también sobre las cinco voces (género y especie, diferencia, propio y accidente), obra de enorme éxito en la Edad Media. Jámblico, discípulo de Porfirio, muerto hacia 330, era sirio y cultivó especialmente el aspecto religioso del neoplatonismo, con gran prestigio. También fue neoplatónico el emperador Juliano el Apóstata.
  • El último filósofo importante de la escuela fue Proclo (en griego Πρόκλος, nació en Constantinopla el 8 de febrero de 412 d.C. - Atenas, 17 de abril de 485 d.C.), fue filósofo neoplatónico, fue maestro y escritor activísimo, que cultivó todas las formas filosóficas de la época; su obra de conjunto, sistematización poco original del neoplatonismo, fue la Στοιχείωσις Θεολογική (Elementatio Theologica, como la llamaron los latinos); también escribió largos comentarios de Platón, y otros (muy interesantes para la historia de la matemática helénica) al libro I de los elementos, de Euclides; el prólogo de este comentario es un texto capital para esa historia. 
    Proclo
  • Entre los pensadores neoplatónicos hay que contar también al autor anónimo del siglo V que hasta el XV fue tomado por Dionisio Areopagita, primer obispo de Atenas, y al que se suele llamar Pseudo-Dionisio. Sus obras (De la jerarquía celestial, De la jerarquía eclesiástica, de los nombres divinos, Teología mística), traducidas varias veces al latín, tuvieron inmensa autoridad e influencia de la Edad Media.
Con el neoplatonismo termina con la filosofía griega. Despues viene una nueva etapa filosófica, en que va a ser la mente cristiana la que se enfrentará con el problema metafísico.